Ricardo era un apasionado y decidido piloto de aviación. Cuando tenía 27 años, decidió tomar un vuelo solo a lo largo del Atlantico. Era una aventura emocionante, pero un poco arriesgada.

Durante el vuelo, no había nada de qué preocuparse. Pero de repente, una tormenta se desató y el avión comenzó a temblar y a caer en picada. Ricardo trató desesperadamente de controlar la situación, pero no pudo. El avión se estrelló en el mar con un estruendo que se podía escuchar a kilómetros de distancia.

Afortunadamente, Ricardo tuvo la presencia de ánimo de inclinarse sobre el lado izquierdo del avión antes de que se sumergiera. Esto le permitió mantenerse a flote y escapar del avión antes de que se hundiera.

Ricardo nadó por horas bajo el calor abrasador del sol. Finalmente, vio algo que escondía una luz de esperanza. Era una de las alas del avión. Subió a ella y flotó durante un día entero. Al fin, la corriente lo llevó a la costa.

Ricardo se convirtió en un héroe de la vida real. Debió de su supervivencia a su ingenio y a su determinación. Se fue de aquella aventura alegando que “si tienes una fuerte determinación, no hay nada que pueda detenerte”.